viernes, 16 de octubre de 2009

¡Cuidado!...



¡Cuidado!...

La arrogancia ciega y La Presencia de Dios, son incompatible en el corazón del hombre.
El hombre soberbio depende de sí mismo, y esto hace que Dios quite Su influencia para guiarlo.
Cuando Dios vive en nosotros, no hay lugar para la soberbia, ya que El nos concientiza de nuestro verdadero yo.




¡Cuidado con las motivaciones!
La Cruz tiene un precio...es morir cada día,
pero también es redención.
Es decir cada día ¡Señor, no quites de mí Tu Santo Espíritu!


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