Raiz amarga
Cuando decidimos darle la espalda a Dios, plantamos una raiz que producirá frutos amargos y cuando decidimos hacer algo que sabemos que está mal, plantamos una semilla de maldad que crecerá sin control. Esta semilla a la larga producirá una cosecha de arrepentimiento y dolor.
Podemos prevenir que estas semillas de pecado echen sus raices; confesando lo malo inmediatamente a Dios y a los que hemos dañado. Si la semilla no encuentra suelo fertil, su fruto amargo nunca madurará.
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