jueves, 20 de septiembre de 2007

Articulo - Como niños... testimonio

Como niños...

Recuerdo cuando era niña, y ocurría algo que amenazaba nuestra paz o nos producía temor; como una fuerte tormenta con rayos que provocaba cortes de luz y nos dejaba a oscuras. Yo no clamaba para que se vaya la tormenta, clamaba para que venga mi papa…
Contaba con siete años de edad cuando tuve la oportunidad de presenciar una revolución donde constantemente sonaban las bombas; los aviones de guerra desfilaban en el cielo lanzando proyectiles a la tierra. A través de la radio comunicaban que permaneciéramos adentro y ninguna luz debía estar encendida por las noches.
Aunque veía toda la adversidad, mi paz interna y mi seguridad residían en mi papa que estaba en el techo de la casa mirando todo lo que ocurría.
Las balas parecían rozarlo pero el se refugiaba bajo el tanque de agua. Mi expectativa estaba en lo que el decidiera hacer.
Casi todas las personas guardamos recuerdos de vivencias como estas o parecidas que ilustran lo que Dios demanda de sus hijos; la confianza ciega que solo un niño puede tener en su padre.
Cuando el Señor nos llama a la salvación y la aceptamos en nuestro corazón, nacemos de nuevo en el espíritu con un Padre bueno, poderoso y dueño del universo.
El nos guarda, nos guía por caminos de justicia, nos enseña, nos viste, nos alimenta; somos sus hijos herederos de sus promesas. Ni el más leve susurro escapa de su oído atento. Su ojo mira el pensamiento y conoce el más íntimo sentimiento.
Como niños contentos alabamos su Nombre, cantamos, clamamos y agradecemos.
De repente se desata la tormenta, comienzan los rayos y los truenos, quedamos a oscuras y andamos a tientas.
Mientras tanto Nuestro Padre Eterno, Dueño del Universo, espera que sus hijos confíen en El ciegamente, como solo los niños pueden hacerlo.
“De cierto os digo, que si no volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos”.
(Mateo 18:3)

Lidia Gil de Blunno

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