jueves, 11 de octubre de 2007

Decepción


Tenía diecinueve años y la mayoría de mis conceptos ya estaban formados. Creía en Dios o en un ser supremo como cree todo el mundo o la mayoría. Pero no creí que habia una Voluntad de Dios que debió regir mi vida. En esas condiciones y con muchas ilusiones formé mi hogar. Mi esposo y yo apenas nos conocíamos, pero no hubo palabra ni consejo que me hiciera desistir de aquella desición que tomé sin medir consecuencias.

Mi falso sentido de la libertad no me permitía aceptar bajo ningún punto de vista que el matrimonio me gustara o no, tenía que ser para toda la vida. Me sacaba de quisio la sola idea de que algo o alguien me mantendría sujeta en contra de mis deseos o en contra de mi voluntad...

Naturalmente la convivencia fue mostrando nuestro caracter y mientras pasaban los dias se manifestaban las diferencias; ni en los defectos ni en las virtudes habia coincidencia. Tampoco en los deseos. Nuestras ambiciones y nuestros anhelos eran diferentes.
Los conflictos comenzaron, las discusiones no cesaban y sin darnos cuenta el uno contra el otro vivíamos en guardia.
La negligencia y la irresponsabilidad trajeron mentira, falta de dignidad, hipocresía, palabras ofensivas y finalmente la injusticia se hizo presente una vez mas. La decepción me superaba, no soportaba el hecho de haberme equivocado y no me perdonaría jamás el haber dejado de lado mis convicciones o el haber puesto en otras manos mis sueños, mis deseos y mis ilusiones.

Con expresión de alibio recordé el día que me alcanzó la fe para creer en el Dios vivo que hoy me sostiene.


"El Señor derribó todo lo que yo construí sobre la arena. Hasta aqui me ayudó a edificar sobre la Roca; pero sólo cuando lo decidí, sólo cuando llamó mi atención una pregunta Suya que llegó a mi corazón." "¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo si perdiere su alma?" Lidia Gil




Fragmentos extraídos del libro "La Herencia" del mismo autor.

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