jueves, 18 de octubre de 2007

Principio de restauración - El perdon







A mi mamá

Quiero decirte que te amo, aunque no te lo digo mucho. Quiero darte gracias por todas las cosas que con tu ejemplo me enseñaste.
Por la vida, por los cuidados; gracias por la fe en Jesús que sembraste en mi corazón cuando era una niña pequeña. Pero quiero pedirte perdón mamá por las veces que me enojé. Te contesté mal. Perdón por algunas palabras hirientes. Perdón cuando te decepcioné y te hice sufrir con tristezas que no esperabas ni te merecías.
Gracias porque siempre estuviste, porque siempre conté con vos, siempre me ayudaste aun cuando estaba equivocada, aun cuando actué mal.
Gracias porque sos la madre ideal, la abuela ideal de mis hijos, y como bendición adicional la bisabuela ideal de mis nietos.
Mami, hoy, en este día quiero expresarte lo que deseo todos los días. “Que el Señor te escuche cuando estés angustiada. Que Dios mismo te defienda, te envié pronto auxilio y te sostenga. Que se acuerde de todas tus ofrendas y acepte con agrado tus sacrificios. Que cumpla todos tus deseos y lleve a cabo todos tus planes. Celebraremos así tu victoria y levantaremos bandera”. Tu hija

A mis hijos

Perdón por todos los años que les robé, que no disfruté con ustedes por pensar en mis problemas y en mis necesidades egoístas y vanas. Por los daños que les causé o pude haber causado. Perdón por los tiempos de juegos que perdimos. Perdón por las tristezas y los miedos que provocaron mis descontentos y mis amarguras. Perdón por poner en segundo lugar lo que más amaba, ustedes, mis hijos, mi tesoro. Pero quiero darles gracias por la bondad, por el respeto, por los silencios y por estar cuando el Señor abrió mis ojos. Gracias por el amor en sus corazones. Los amo. Mamá


A mi esposo

Quisiera poder pedirte perdón por cada momento que sufriste, que te deje solo, que no te valoré, por los años que estuve ciega, por cada traición, por la dureza de mi corazón, por no haber cumplido mi promesa de hacerte feliz. Por no perdonar las decepciones, por no esforzarme para reconstruir o recuperar el amor y la paz que sentía en el principio. Perdón por escuchar a mi corazón y no escuchar al tuyo.
Ojala pudiera borrar de tu corazón todos los dolores que te causé, pero no puedo, solo Dios puede. El Señor abrió mis ojos y supe que nunca quise estar sin vos.





Yo, tu esposa.

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